lunes, 12 de enero de 2015

Aventurarse


Por fin, después de casi un mes de descansar en casa pasando el tiempo en Netflix, la play o jugando Sim City; regreso a la facultad. Hoy, el primer día de clases suele envolverlo un aura diferente que al resto de los demás. Supone una fecha casi sagrada, donde la primicia en esencia lográ recoger los escombros del ciclo anterior  -en mi opinión erróneamente llamado ciclo-, es entonces donde el resto del semeste o curso supone una tabula rasa cómo llamaría David Hume a la mente o alma humana. Las vacaciones han sido para aclarar la mente, para reflexionar y darme cuenta de aquellas cosas en que me he equivocado. Suele ser común -personalmente- olvidar los logros y aquellas cosas que sin duda han dejado satifacciones. Si se olvida puedo cometer el error de dejar de un lado el aprendizaje del éxito tan importante cómo las lecciones que dejan los tropiezos.

La energía que resplandece en días como hoy, y que la naturaleza es cómplice al dejar asomar al sol ante el Cerro de La Silla, me sorprende, pues me pregunto: en términos reales ¿que hace hoy el día diferente a los demás?. Una respuesta de economista sería la ley de los rendimientos decrecientes. Sin duda el trabajo y estudio de cada día te va desgastando a lo largo del semestre, en un punto la satisfacción de hacerlo es menor al esfuerzo que pones. Sin embargo, al observar muchos otros no aparentan estar tan cansados. Suponiendo todos los días son diferentes, es decir, todos los días realmente los vivimos como diferentes. Hoy no tiene una liga al semestre pasado, pues entonces esa energía no podría brillar. Si el sol de hoy emergíera entre las nubes del sábado sin duda no veriamos el sol. Al ser cada día diferente hay una gran oportunidad para obrar diferente, y si es así los rendimientos decrecientes tardaran en alcanzarte. Por cada cosa diferente que hagas hay una curva diferente, y no solo una la cual podriamos llamar el semestre. Son muchas curvas diferentes, cada una aventura diferente, nuevas personas, nuevos libros, nuevas clases... nuevas canciones, tomar otra ruta a la escuela, sentarte al lado de otra persona, buscar comida en un lugar poco convencional. Sí todos los días son diferentes, pueden conservar la energía del primer día.


El segundo punto que pienso bloquea la energía que fluye el primer día de clases -en un sentido más metafísico que nada- es por la concepción de los famosos ciclos. Personalmente tengo tiempo que no soporto que nombren a una gestión, año escolar, amistad, trabajo un ciclo. A pesar que en la Real Academia de La Lengua Española -una fuene filosófica vulgar para los amateur- tiene como una definición "cada uno de los bloques de cursos en que se divide un plan de estudios" y no denota una repetición, no es el que creo es el que tenga mayor presencia en la conciencia colectiva. Un ciclo lo define también la RAE como "conjunto de una serie de fenómenos u operaciones que se repiten ordenadamente". Si esto entendemos por ciclo, y le damos esa calidad a nuestro trabajo, la escuela, etapas de crecimiento (niñez, adolescencia)... ¿Cuando esperemos no sentirnos desgastados, cansados, sin energía sin creatividad... sí un ciclo es algo que se repite ordenadamente? Me toca escuchar seguido "hoy se cierran ciclos", "hoy empieza un ciclo", "te pedimos Dios por este ciclo que empieza", "te doy gracias Dios por este ciclo que termina". Y me pregunto yo, ¿realmente esperan que lo que termina o empieza hoy se repita ordenadamente? No cuestiono la aventura es decir lo que se ha vivido o se empieza a emprender, sino como la concebimos en nuestras palabras -y que terminan programando nuestra actitud-. Si hoy termina una gran aventura ¿para que repetirla?, ¿por qué no hacer algo diferente? ¿esperamos repetir tanto aciertos como errores el próximo ciclo? Y esto se convierte en un ciclo, donde pensamos estos son procesos donde hay que repetir formulas y metodologías sistemáticamente para obtener un objetivo. Esta concepción es la que creo inhibe la creatividad, la energía, la pasión, la adrenalina, la vida misma queda inhibida. La vida -no en su sentido biológico individual- NO es un ciclo. La vida empieza y termina. Antes y después habrá vida, pero las formas son diferente. La naturaleza nos sorprende. Si la vida fuera algo sistemático y ordenado, no habría dinosuarios que desenterrar y nos fascinariamos por ellos. No hay tal cosa como un círculo virtuoso, en todo caso es un espiral que gira hacia afuera.

Hoy no comienza un ciclo. Para eso, me quedo viendo Netflix en mi casa repitiendo el ciclo de Guadalupe-Reyes (vaya que eso sí es un ciclo). Hoy es más una aventura. En una aventura hay riesgos, en un ciclo no los hay -esta todo ya probado y calculado-. Las aventuras a veces tienen que cambiar de camino, por qué hay imprevistos -no hay repeticiones sistemáticas-. La aventura hay una estrategia para vivirla y hacer camino. En un ciclo hay un método, un script, ya sabemos que va a pasar. Al menos hoy la he pasado bien, no me he preparado demasiado para iniciar el semestre -realmente no sirve de mucho, si es que de nada-. He empezado con lo necesario y lo que he querido. Trato de romper todos los días con el script de un semestre. Las aventuras dejan manchas y heridas. En las aventuras se ríe y se llora, se aprende. ¿Qué puedes aprender de un ciclo, de algo que se repite? ¿Cómo habrás de lastimarte si no arriesgas a nada? Desde este punto de vista, las tradiciones pueden ser dos cosas: un recuerdo de los viejos tiempos o un empeño por perpetuar aquello que no tiene remplazo,

Dios bendiga nuestras aventuras. 

Créditos
Foto de encabezado: http://static.businessinsider.com/image/536bc50969bedd486333ed18/image.jpg

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