lunes, 10 de agosto de 2015

Mi primer año en la Facultad de Economía: Parte II

Parte II: La Facultad sin nombre

Muestra literal de primer semestre: Sin sentido de la moda, sudado, con un libro y un montón de libros en la mano. Mi hermano Turru posando y un hombre con una máscara, ni idea de quien es. 

"Estan en una Facultad de tiempo completo", "los exámenes son muy difíciles", "van a dejar el McTrio: IMi (Introducción a la Microeconomía), Matemáticas y Cálculo", "no le van a entender al profesor", "no lean el libro, lean los apuntes", "hagan exámenes, contéstenlos, están en la biblioteca", "es la mejor escuela de Economía del país"... bla, bla, bla.

Las escuelas tienen mitos, los mitos de la facultad de Economía empiezan a retumbar en los pasillos desde el primer día. Las víctimas del McTrío se dejan escuchar por el bote de la pelota de ping-pong. Algunos más gamers los dejabamos sonar en la sala multimedia, mientras jugabamos Age of Empires y presionabamos el botón izquierdo del mouse. 

Food please!, gold please!, stone please!... ¡Unos dobles o qué!... ¡no traes nada wey!... ¡eh, pero hay perrito!... ¿Qué ching...ados es el perrito?

Las personas empezaban a gambitear libros.

Someone: ¿Tiene el Thomas de cálculo?
Compañero: Ya se acabaron, se acaban de llevar el último... ¡Pero allá atrás hay más, búscalos!

Y muchas veces no los buscaban. No hasta que apareció Jorge Garza, el topo de los libros. Y lo digo porque literalmente escarbaba los estantes de la biblioteca. Descubrió el Swokowski el Stewart.

Empezaban los laboratorios. Cuando se dieron cuenta que unos terminarían hasta las seis de la tarde muchos perdieron la cabeza.

¡No están consumiendo el tiempo!, ¡nos están robando!, ¡esto no puede ser posible!, ¡hay que defender nuestros derechos!

Decía Fulano, quien tal vez no recordaba su matrícula, estaba en Whatsapp colgado del Wi-Fi de Perengano y nunca había abierto el libro de Introducción a la Microeconomía.

Aquel primer semestre era toda una jungla, mis ojos los veían de esa forma. Yo me sentía en otra parte, estaba en las nubes. Algunos dicen que no fui el primer mes a la escuela, los mismos que ni sabían que estaba inscrito, otros juraban que ya estaba en FaCPyA. No recuerdo haber abierto un libro que no fuera el de Microeconomía, los demás no los disfrutaba o simplemente pensaba que dominaba los temas o que podría dominarlos en poco tiempo. Ponía algo de atención en la materia de CoCo, eso cuando no estaba escribiendo poemas en mis apuntes. Tarde mucho en acoplarme. Apenas hoy me siento cómodo.

Mientras los mitos seguían sonando en la Facultad de Economía yo me escapaba en la mañana a desahogarme con mi mejor amigo, visitaba el casino y el cine. Perdí un par de raquetas de Ping-Pong y al final termine pagando una millonada por ellas. Jugué Age of Empires hasta que Don Pedro nos descubrió y corto la red de las computadoras. Algo murió dentro de mi aquel día. El reloj seguía sonando y seguía cual zombie en la facultad. Escuchaba Los Claxons en mi celular (¡Mi primer smartophone!) para desahogarme un poco y sentirme mejor:

Ya me cansé, de verme como un tonto y de comer de lo que se pegue en la planta de tus pies, hoy te tocó al revés, lloras sin control ya ves, te dije que me amaras

Así corrían los días mientras estaba embobado por la chava que se sentaba a la esquina del salón, hasta que ¡pum! Sesenta y no se que fregados en Introducción a la Microeconomía. Iguale en Cálculo, peor en Matemáticas... 

¡No ma...mes! No me quiero ir a segundas.

Estaba cavando mi propia tumba. Ya tenia un pozote para enterrarme, hasta estaban preparando mi placa

"Aquí yace George, el BI que murió por hocicón"

Tome mis libros, mis plumas, mis hojas y me fuí a la biblioteca. Comencé a leer y practicar los temas puntuales. Deje de faltar a los laboratorios y rascar puntos por debajo del piso que se despegó del solar de la facultad. Naturalmente solo encontré petróleo, pero bueno. Repasaba mis libros de Mathematics, del CIDEB y el otro de Calculus. El primero funcionó, el otro no tanto. Ahí comencé a darme cuenta que los temas estaban un par de kilómetros adelante, así que empecé a correr. Corría y corría. ¡Ochenta y tantos en Cálculo! Una salvada. ¡Setenta y tantos en IMi! ¡Otra Salvada!,  ¡Cincu...enta y tantos en matemáticas?!... ¡un autogol!

Seguí practicando y practicando, Julio me ayudó a estudiar matrices un domingo por la noche, antes del final de matemáticas. Contestaba algunos exámenes de Micro, hacia esquemas del material y hacía guías para ver que eran los aspectos que debía saber manejar. En cálculo, cómo no tenía tiempo para pasar por todo el proceso de aprendizaje, di vueltas con quienes estudiaban para ver en que se equivocaban y así aprender a hacerlo correcto. Naturalmente este método de estudio esta fatal, termine reprobando el final en cálculo pero no en honestidad. Aprobé y ¡pff! Me libraba de una. Introducción a la Microeconomía la aprobé también y en Matemáticas obtuve más de 90 en el final, ¡Estaba salvado! Caminé triunfante por los pasillos de la facultad, con un aire de ingenuidad y soberbia. Lo primero y segundo van por las formas, engañoso y poco honor puedo encontrar en ellas. Pero estaba salvado, en ese momento era hijo de los resultados. Destrocé mi lápida y desmentí lo que decía. La Facultad me la cobraría dos veces después, de las que no pude salvarme y dejó cicatrices. Poco había aprendido de lo que encerraba aquel edificio. Para mi, hasta entonces, era solamente una Facultad sin nombre.

Y terminaba con algo de cordura en el semestre. Gracias a Turru por esta foto, sino solo tendría fotos cual borracho.

Continuará

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