viernes, 7 de agosto de 2015

Mi primer año en la Facultad de Economía: Parte I

La salida rumbo a la facultad de Economía, con la legión de Mayo 2013

Era primavera de 2013 cuando tomé la decisión de inscribirme en la Facultad de Economía de la UANL. Estaba escéptico ante aquella decisión, sinceramente ninguna opción terminaba por convencerme. Terminó por enamorarme el hecho que el grupo de alumnos era muy selecto, quienes estaban ahí afirmaban un nivel de exigencia muy alto -y vaya que lo tiene-, tendría tiempo para leer y ver como funcionaban las cosas. ¿Con que propósito? Con mi sueño de ser alguna vez Jefe de Estado, esta carrera parecía la mejor para mí. Los tests decían Derecho, mi corazón decía Ingeniera Civil y mi cabeza optaba por la opción más sensata: Economía. Mis primeros acercamientos fueron un libro anticuado de principios de Economía, que leí en la Biblioteca "Fray Servando Teresa de Mier" para mi monografía de BI. Aquellas primeras lecturas elevaron mi capacidad de asombro, estaba leyendo algo totalmente nuevo para mí, parecían encerrar una gran sabiduría y lo que era aún más excitante: el conocimiento era práctico. Ahí comenzaría mi aventura por la aventura de aprender Economía.

El camino para atravesar las puertas de la FACEC como estudiante no sería tan agobiante como para otras personas. En Mayo estaba ocupado en Papers y durante Junio y Julio fue un carnval con los proyectos de teaching, la ceremonia y fiesta de graduación, otras fiestas y reuniones. Reuniones que serían inolvidables, cómo el incidente del 5 de Junio. 


El último suspiro fue la entrega de calificaciones del Diploma, fue un 5 de Julio de 2013. Salimos hacia el CIDEB, algunos crudos y otros desvelados, incluso uno iría a FACEC a presentar un examen de prope de Matemáticas crudo -con bigote de Hitler-. Hicimos fila para recibir los sobres, y la felicidad que me invadió al ver mi nota aprobatoria fue inmensa. Nunca en ese año había liberado tanta emoción contenida, el esfuerzo de tres años representado en una carta. Había trabajado para ese objetivo que hasta el tercer año dudaba de alcanzar. Unos estaban tristes, otros alegres, también había quienes denotaban sobriedad. La aventura terminaba ahí, los mitos que rodeaban el Diploma del BI había caído ese mismo día. Los chismes sobre los maestros y nosotros se disipaban. Podíamos vernos tal cual eramos, nos conocíamos bien. Me tomé un par de fotos, me despedí de algunos y regresé a casa. Era sábado, hasta donde recuerdo, y estaba bastante cansado. Reflexioné un poco sobre aquel 32, había algunas cosas que me incomodaban. ¿Por qué me fue tan bien en Biología si a la luz de los exámenes y los demás, estaba lejos de aquel 6?, ¿por qué apenas había aprobado historia si me desgasté tanto estudiando? Y no sólo eso, me apasionaba... Terminaría bautizando los seis resultados como los seis fantasmas del BI -súper original-. En sí guardan los aprendizajes de esos tres años en aquél laboratorio de ideas.

Mientras todo esto pasaba, fui a presentar el examen de admisión, el de matemáticas y de inglés. Estos dos últimos fueron algo molestos pues fueron en domingo, pero valió la pena. Si conociera el costo de oportunidad en aquel entonces habría apreciado que era una mañana para esquivar el mes de propedeúticos. Y sí, finalmente logré saltarlos. En lugar de ello trabajé con la Doctora Cynthia Caamal en un proyecto de investigación. Apenas este año vería el documento final en mi clase de Macroeconomía. Esto me serviría para conocer la Facultad, Pulasky me daría el clásico tour, me contaría los mitos y secretos de la facultad, conocería los adentros de la Biblioteca Consuelo Meyer -de hecho llevaría conociéndolos desde hace año atrás-. Comía con el poli en la entrada y teníamos muy buenas pláticas. Aquella experiencia de transición era agradable -con la distancia de dos años- me sentía lo suficientemente grande para dejar la preparatoria y lo suficientemente capaz para afrontar aquel reto. Pero seguía sintiendo ese sentimiento lúdico por la escuela. Y cómo en cualquier otra etapa, el anhelo de libertad tocaba mis labios, mis manos y mis pies. Además, podría jugar fútbol con gente nueva. Aquél mes de Julio fue apretado, investigación y las clases de natación, no tuve mucho tiempo para descansar de Mayo. De hecho, siguió siendo muy cansado hasta ese invierno.

(...)

El primer día de clases estaba cerca, checaba los corchos constantemente por cualquier razón y en cualquier oportunidad. Estaba ansioso por tener mi primer día de clase. El sabor de las clases de prueba del profesor Bolaños me habían dejado un buen sabor de boca y añoraba volver a llevarlas. Buscaba los libros que llevaríamos, mi papá me acompaño a comprarlos -la nobleza de este hombre respecto a la educación es muy grande-. Hojeaba los libros para echar un vistazo a lo que serían las próximas clases, especialmente el de Microeconomía de Ben Bernanke.

Podría decir que primer semestre fue como una película de suspenso, un thriller sobre la Facultad de Economía. Aquel inicio de clases sería bastante normal: presentaciones de maestros, de cursos, horarios, laboratorios. La indignación por los horarios no se haría esperar. No me molestaba el tiempo que pasábamos en la escuela, estaba acostumbrado. Sin embargo, no habría estado mal que los horarios no fueran saltados. Ese leí una parte del primer capítulo mientras que un compañero apenas habría leído unas dos páginas para después irse. Naturalmente, ese compañero no esta ya en la facultad. Parecía que sería una estadía bastante tranquila, sin sobresaltos. Hasta entonces había evitado a mis nuevos compañeros, conocía a un par del CIDEB y con otros pocos charlaba. Trataba de estar con los míos, whatever that means, A pesar de estar inscrito y llevar las clases de Economía mi espíritu seguía siendo netamente cidebiano. Tomaría tiempo para reconocerme en las teorías de Keynes, de Adam Smith y de la síntesis neoclásica de Paul Samuelson. Por mientras, era un zombie en las aulas de la facultad.

Continuará


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